Después de estos días "reposando" el curso de haiku, mirando fotografías, leyendo los apuntes tomados en las conferencias y talleres, los libros y cuadernillos amontonados sobre la mesa (sobre los que alguna vez pasea uno de mis gatos, que son unos cotillas) una reflexión: no sólo es el haiku (ya un motivo grande de felicidad que ha entrado en mi vida desde hace tiempo) sino la gente del haiku, todas estas maravillosas personas que he conocido, con las que tengo la infinita suerte de compartir este camino de la vida.
Entre ellas, todas extraordinarias, me gustaría destacar a Cari y Llanos. Las dos, que he conocido hace relativamente poco, me han impresionado muchísimo, cada una por algo diferente pero les une que tienen un corazón grande y que son dos mujeres luchadoras y admirables.
Cari, una trabajadora incansable. Cuántos momentos entrañables compartiendo haiku y sonrisas. Tu forma de estar, discretísima y llena de dulzura. Tu firmeza. Tu fuerza. Tu elegancia. Qué suerte más grande haberte conocido, eres una luz en mi camino.
Llanos: mi compañera de habitación en este curso. Los abrazos más grandes y cálidos los he recibido de tí. Gracias por enseñarme las estrellas (¿te "paece" sí, que fui capaz de acostarme la primera noche sin mirar al cielo ¡vaya haiyina!) y por leerme tus poemas (que son de verdad buenos). Ya me dirás de dónde sacas toda esa energía.
Este haiku lo escribí para tí, la otra mañana:
al despertar
la otra cama vacía,
mas su perfume...
Un abrazo grandísssssmo (de los de Llanos) para las dos. Y cuidarme bien a padre ¿eh?
Toñi - diente de león
1 comentario:
Toñi, eres absolutamente generosa. Gracias a tí por haber compartido habitación y vuelta a la niñez, repetiremos (si nos deja padre)
El haiku me ha emocionado, como tantas cosas en estos días... lo mínimo era enseñarte las estrellas!!! Y lo de la energía... pos yo qué sé... en cuanto lo descubra te lo cuento, prometido.
Un abrazo apretao, bonica.
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